Hace poco llegaron a mis manos los códigos de puntos masculino y femenino en sus ediciones de 1975. Resulta llamativo, además de porque tienen ya 42 años, porque con este código Nadia Comaneci consiguió su famoso 10 en Montreal.
Pero este no es el primer código de la historia. Según nos cuenta el propio libro, el primigenio data de 1949. Antes de eso, había una serie de normas básicas, pero luego cada juez aplicaba las normas de su país y era un descontrol (el famoso «es que en mi casa jugamos así»). En los Juegos Olímpicos de Londres 1948 hubo más robos y fallos de puntuación que en Atenas 2004 si cabe y es por ello que decidieron unificar criterios. Así, antes del mundial de Basilea 1950, la Comisión Técnica se reunió y creó una lista de normas comunes (que ocupaban 12 páginas, igualito que ahora) que sirvieron de base para el código. Cogieron el método de puntuación que usaban en Checolslovaquia y Suiza que dividía la nota en dificultad, combinación y ejecución. Pero había un problema, y es que la dificultad era fácil de medir en los ejercicios comunes, pero no en los ejercicios libres.
El masculino |
Asimismo, crearon una institución aún vigente a día de hoy: los jueces. Cuatro jueces por aparato y un juez árbitro supervisándolo todo. Cada uno de los cuatro jueces da su nota, se descartan la más alta y la más baja, y se hace una media con las dos intermedias. Pero estas notas intermedias debían ser uniformes, es decir, que no podía haber grandes diferencias entre ambas:
- 1 décima de diferencia entre ambas si el ejercicio obtiene una nota de 9.6 o más
- 2 décimas si tiene entre un 9 y un 9.55
- 3 décimas entre un 8 y un 8.95
- 5 décimas entre el 6.5 y el 7.95
- 8 décimas entre el 4 y el 6.46
- 1 punto si obtiene una nota inferior a 6.45
En 1954 se actualizó el código para el mundial de Roma: esta edición incluía todo un apartado hablando de la dificultad del ejercicio. En 1956, en los Juegos Olímpicos de Melbourne, aparecieron las finales por aparatos. Para tal acontecimiento, los ejercicios se dividían en tres partes para ser puntuados (A, B y C). Esta forma de calificar, por cierto, es en la que se basa este código de 1975.
Y claro, con tanta evolución gimnástica, cada vez resultaba más complicado para los jueces, por lo que en 1964, en Zúrich, se celebró el primer curso intercontinental de jueces y se volvió a actualizar el código, que iba ya por su cuarta edición. La quinta, de 1968, no presenta cambios significativos.
El femenino |
En 1971 se volvió a modificar, y ya no se tocó hasta 1975, que aparece este del que os hablo. Esta edición, que es la séptima de la historia, cambia la manera de puntuar, haciendo el siguiente reparto:
- Dificultad: 3.4 puntos
- Ejecución: 4.4 puntos
- Combinación: 1.6 puntos
Esto hace un total de 9.4 como nota de partida pero, ¿dónde están las 6 décimas que nos faltan? Pues las metieron como décimas extra:
- Riesgo: 0.2 puntos
- Originalidad: 0.2 puntos
- Virtuosismo: 0.2 puntos
Aquí tenemos la respuesta a por qué no había dieces: las bonificaciones premiaban el ejercicio perfecto. Nadia lo consiguió, y por eso se llevó sus 6 décimas y, con ellas, el 10.
Como curiosidad, en salto, la nota de partida era 9.8 y la única bonificación que se entregaba era la de virtuosismo.
¿Y qué es esa «nota de partida» de la que tanto se habla? Es la nota máxima a la que un ejercicio puede aspirar. Con base en esa nota, se van deduciendo centésimas o décimas por cada fallo. Viene a ser como la nota de Ejecución que tenemos hoy en día, que parte de 10 y va disminuyendo con cada error.
Y esta es básicamente la historia del código que otorgó el celebérrimo 10. La próxima semana intentaré explicar cómo se componía un ejercicio y qué es eso de las partes A, B y C.
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