¿Hubo biscotto a Comaneci en Moscú 80?

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Deportividad no les faltaba (fuente)
Nadia Comaneci, la niña rumana de catorce años que impactó al mundo en Montreal 76, llegó a Moscú con dieciocho y dispuesta a repetir su empresa. Si la dejaban, claro.

Para entender esta historieta es necesario que antes nos pongamos un poco en situación: en plena Guerra Fría, Estados Unidos decide boicotear los Juegos y no participar. Aunque Rumanía pertenecía al bloque comunista, siempre ha ido un poco por libre —de hecho, cuatro años después ignoró la respuesta soviética a este boicot y acudió a los Juegos de Los Ángeles—, lo que se traducen en una relación no muy boyante con el país soviético. A esto hay que sumarle la rivalidad histórica entre Rumanía y la URSS en gimnasia femenina y que las rumanas ganaron el oro por equipos en el mundial del año anterior.

Teniendo en cuenta todos esos datos y que, además, el presidente de la FIG era el ruso Yuri Titov, la pregunta se responde sola. Pero la verdadera pregunta es: ¿realmente fue necesario tanto despliegue de malignos medios para que Nadia no campeonara? Habiéndose caído esta de las asimétricas en la final por equipos, tenía verdaderamente complicada la victoria (recordemos que antes, tus notas de la final por equipos contaban un 50 % para la final individual); ¿se llevó a cabo finalmente el amaño?

La URSS lo tenía claro: en Moscú tenía que ganar una rusa. Y para ello tenían a Elena Mukhina, que ya había sido capaz de superar a Comaneci el año anterior. Desgraciadamente, esta se lesionó de gravedad a pocos días de la cita (y aquí tenemos otra grandiosa treta de Titov, declarando que se había lesionado cuando realmente se había quedado parapléjica),por lo que la rumana volvía a tener esperanzas de doblete. Solo tenía que superar a la alemana Maxi Gnauck y a las locales (qué más da si Nellie Kim, Natalia Shaposhnikova o Elena Davydova). Pero la ya citada caída casi que la dejó fuera de juego, así que la cosa estaba entre Gnauck, Kim y Davydova (Shaposh no tuvo su día).

Nellie falló en suelo y acabó quinta (por detrás de Shaposh, por cierto). Lo de que Elena Davydova en salto hiciera dos veces un Korbut —cuando por entonces ya se hacían mortales— es un tema que ya no sé si me hace reír o llorar. El caso es que la rumana terminó su último ejercicio (la barra) y su nota no salía. Entretanto, Davydova acabó en suelo y aquí viene la gran polémica:

Nada más acabar su ejercicio comenzó a jalear al público viéndose ganadora, pero la nota de Nadia aún no había salido ¿Cómo sabía ella entonces que había vencido? Sospechoso, ¿verdad? Aquí Bela Karoliy (el entrenador de las rumanas) estalló y acusó a los jueces de cambiar la nota de su gimnasta (más concretamente, acusó a la jueza de Alemania del este de mandar minorar las puntuaciones.

La explicación oficial fue que la jueza rumana vio que le estaban dando unas notas muy bajas y ordenó que se las subieran. Y así, con dos versiones diametralmente opuestas y tras 30 eternos minutos, salió la nota de Comaneci y dejó como campeona a Elena Davydova, una rusa que prácticamente había salido de la nada y estaba participando en su primera competición importante.



Pero posteriormente cambiarían las tornas. Y es que a la Unión Soviética le entraron los remordimientos y para las finales por aparatos sacó su vena comunista y decidió compartir la gloria. De esta manera, en el ejercicio de suelo revisaron la nota de Nadia para que pudiera alcanzar la nota de Kim y ambas compartieran el oro. Asimismo, se dice que en barra la verdadera ganadora debió haber sido Natalia Shaposhnikova, pero una vez más la superó la rumana. No obstante, nunca llueve a gusto de todos, ya que Karoliy aún piensa que la final de asimétricas la debió haber ganado su Emilia Eberle. Pero claro, Karoliy es Karoliy.

Y esta es, grosso modo, la historia. ¿Qué pensáis? ¿Hubo biscotto? ¿No? ¿Hubo luego biscotto a la la inversa o contrabiscotto? Qué más da, el caso es que Comaneci y Davydova en la actualidad mantienen buena relación e ignoran la polémica.

No parece importarles mucho (fuente)


Bibliografía:

The Christian Science Monitor, «'Nadia 11' had all eyes in Moscow —but not the gold»
El Mundo, «La lección de Nadia»

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